lunes, agosto 04, 2008

Cómo citar las fuentes puede revolucionar la web

"El medio es el mensaje", le enseñó al mundo Marshall McLuhan. Y aunque su teoría esté pasada de moda, creo que la hiperactividad bloguera vuelve a plantear la pregunta. Porque si hace tiempo leía que internet es un constante flujo de copias (perdón que no lo enlace, pero lo perdí), se hace obligatoria la cuestión; ¿qué es lo que tiene de específico el medio?

Entre todas las características que se destacan siempre de la blogósfera, me interesa tratar la de la facilidad y la riqueza del "copio y pego". Si todo en la web 2.0 (a la que los blogs están inexorablemente unidos) termina siendo tráfico y rankeo, y si lo que nos interesa es la difusión de ideas (no cuento aquí los intereses económicos), entonces "el medio es el mensaje": buscamos decir algo a través del copypaste. El tema da para una investigación académica, así que me voy a conformar acá con decir que tal vez los bloguers estén hartos de las trabas que tradicionalmente han puesto las élites culturales para el uso de sus productos. Que no quieren que un Gran Autor imponga una corriente, sino que la propia corriente genere una corriente; facilidad, agilidad, inmediatez, flujo, sobre todo flujo. Tal vez eso sea lo que nos quiere decir la blogósfera.


Fuente

Pero esto puede llevar a confundir a muchos. El "copipeist" puede convivir perfectamente con la atribución de las autorías. En nada molesta ni traba al fluir de la lógica blogueril la cita. Soy partidario del "copyleft", es decir, del libre y gratuito fluir del material, pero eso no significa que se deba ignorar la fuente. Como creo entender que reclama el autor de "Los Pseudo-Bloggers de las narices", citar la fuente no cuesta nada (y eso que no tengo idea de qué es un hotlink). Es cierto, la tentación de apropiarse de un buen producto creado por otro puede ser grande para los novatos, pero deben saber que en definitiva, quien no es honesto intelectualmente termina perdiendo. Tarde o temprano te van a descubrir.

Empero, el mundo está lleno de gente que no comprende. La entrevista a Stan Lauryssens en La Vanguardia lo deja bien claro: abundan las duplicaciones, falsificaciones y robos culturales que pasan desapercibidos. No importa: todo finalmente decanta. ¿Cuántos estafadores ha habido en la academia? Algunos cuantos, todos descubiertos. Como me decía mi madre cuando era chico: "la mentira tiene patas cortas". Por popular, barato y simple que parezca, sigue vigente, ¿o no?

El tema se empieza a complicar cuando hay dinero de por medio. No me voy a escandalizar si no me citan o me enlazan este post, por ejemplo, pero un tema que me viene preocupando desde hace unas semanas es la duda de si subir o no a Triond mis trabajos de la facultad. Para quien no sabe de qué hablo, Triond es un sitio nuevo, poco conocido, que ofrece a los bloggers y todo tipo de usuarios la posibilidad de subir nuestro material y ganar dinero en base a la publicidad que se genere. Algo así como AdSense pero disfrutando del tráfico de una comunidad fija. Como decía, mi dilema tiene que ver con mis trabajos académicos. ¿Por qué? Porque si alguien me roba, ahí sí que me va a joder. No sólo estos trabajos forman parte de mi portfolio, sino que además pretendo ganar algo de dinero con ellos.

Y es en este punto donde se define los niveles de internet. Está claro que mientras este temor exista en quienes generamos productos culturales de relativa calidad, internet no pasará más allá de los textos populares y que a nadie le importe perder. Cuando la gente empiece a citar de forma masiva y consciente, caerán las barreras y entonces, sí, pasaremos a otro estadio, uno en el que los más lúcidos intelectuales (entre los que no me incluyo) no tengan miedo de aportar su valoso material.


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