lunes, febrero 23, 2009

Alcohorexia: nueva enfermedad en el horizonte

Pah, me quedé flasheado cuando vi esta noticia. ¡Alcohorexia! La gente está mal, mal, mal, muuuy mal.





Fuente de la foto

Así que ahora las mujeres que padecen la anorexia/bulimia y el alcoholismo al mismo tiempo creen que están haciendo algo por su figurita: dejan de comer para poder zarparse con la bebida sin engordar, o se matan a chupe después de un atracón para vomitar.

El dato que me sorprende es que en Argentina se estima que hay 180.000 dolientes de esta enfermedad que afecta principalmente a minas de clase media y media alta. ¿Se imaginan cuántas minas sanas hay de clase media/alta? ¿Y tipos? Pará un poco, ¿cuánta gente que vive bien hay en la Argentina, un país devastado por la pobreza y la corrupción?

Ya sé que mi posición es un poco ingenua, pero como uno está acostumbrado a leer y oír sólo noticias vinculadas a los problemas económicos del país, no se imagina que también hay un montón de gente que no vive en la pobreza. Cuestiones del subdesarrollo...

jueves, febrero 12, 2009

Vals con Bashir

Anoche vi Vals con Bashir, la película del israelí Ari Folman por la cual ganó un Globo de Oro de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood.

Desde un punto de vista formal, el film es muy interesante, ya que se trata de un documental-ficción animado. Si fuera docente de cine sin duda pondría esta película como ejemplo de los límites difusos de todo documental, y tal vez como muestra radical de que un documental sigue siendo una película y no "la realidad".

No sólo se trata de la forma expresiva, sino también de la narrativa, ya que el mundo onírico penetra el mundo real y el psicológico con una claridad comodísima pero que a la vez no pierde su fuerza surrealista, sobre todo a nivel visual. No es una película revolucionaria en ninguno de estos aspectos, pero a Folman se le nota el gran dominio que tiene sobre todos estos recursos.

Desde el punto de vista temático, no quiero repetir todo lo que se dice sobre el film por ahí, más bien prefiero destacar un punto que tal vez no se mencionó, o no tanto: el carácter antiheroico de la guerra. En este sentido, la película me hizo recordar Kippur, de Amos Gitai, en la que un soldado va y viene en un helicóptero para ayudar a recoger heridos (y no dispara ni una bala). No sólo hablo del personaje de Roni Dayag, el antihéroe personificado de la película (se escapa de una batalla para salvarse), sino a la alienación de todos los soldados, a una visión más cruda y "realista" de la guerra en oposición a la glorificación de Hollywood. En Vals... el soldado dispara sin saber a dónde, sólo por precaución o por miedo; tampoco sabe a dónde va ni por qué hace lo que hace. El soldado es un tornillo dentro de la máquina de guerra y no comprende qué pasa alrededor ni el daño que está causando.

A pesar de la crítica, la historia está contada desde el punto de vista del soldado, y precisamente esto es lo que permite comprender (que no justificar) lo que Eman Amad explica hoy en La Vanguardia: la imposibilidad o dificultad del soldado, muerto de miedo y de estrés, de ver al que tiene frente a sí como un ser humano. La adrenalina hace el resto.





miércoles, febrero 11, 2009

Elecciones en Israel: ni legalizadores del cannabis ni sobrevivientes del Holocausto entraron al Parlamento

En un artículo que publiqué en Autorneto informé sobre la alianza en Israel entre el partido de los sobrevivientes del Holocausto y el partido Hoja Verde, cuyo motivo de existencia es la lucha por la legalización del cannabis. Una alianza curiosa.

En ese artículo preguntaba a mis lectores si creían que las minorías deben organizarse y luchar de forma independiente por sus reclamos, o si deben confiar en que las organizaciones grandes, que tienen intereses más generales, satisfagan sus reclamos dentro del "paquete" de soluciones.

Ahora que ya se conoce los resultados de las elecciones en ese país, se puede decir claramente y sin lugar a dudas que los públicos específicos de los sobrevivientes y de los usuarios de cannabis de Israel eligieron la segunda opción. El hecho de que estos partidos aliados no hayan obtenido ninguna banca en el Parlamento habla de por sí.

De todas maneras, creo que esto no va a dilucidar la eterna pregunta de quienes se consideren minoría: ¿luchar por sus derechos aunque sean pocos o integrarse a una corriente mayor?

jueves, febrero 05, 2009

El modelo de negocios de Sandra Canudas

Esta mañana, sin saber por qué, me levanté más temprano que de costumbre y me adelanté al reloj despertador en unos 15 minutos. En realidad, sí sé por qué: me daba vueltas en la cabeza la necesidad de emprender algo propio, de cara al futuro.

La cuestión se habrá empezado a gestar mientras dormía, no lo sé; lo cierto es que me encontré revolcándome en la cama y pensando en qué puedo hacer para independizarme. Obviamente, la idea no afloró. ¿Qué puede hacer un simple periodista, que está estudiando un M.A. en teorías del cine pero que en realidad es un charlatán al que le gusta escribir sobre todo?

Las ideas iban desde abrir un bar cultural hasta publicaciones de todo tipo, y finalmente recalé en lo más obvio: una publicación online. Ja. Ahora el asunto es sobre qué, y cómo, y por qué, y dirigido a quién, etc. Es decir, todos los aspectos que conforman un proyecto. (Cuando digo "obvio" me refiero a mi reciente vínculo estrecho con la web, no a que el negocio sea demasiado obvio.)

Hace un ratito me topé con la experiencia de Sandra Canudas. Leí la nota e hice lo que seguramente no muchos hicieron: fui a su sitio. Y me pareció fantástico. La tipa tiene un proyecto chiquito, personal, "auto" todo, manejable y ¡online! La diferencia es que ella tiene claro cuál es su camino (como ella misma lo dice). Lamentablemente, yo tengo demasiados intereses y, al menos ahora, no veo cuál pueda ser mi camino como independiente. No tengo del todo claro que quiera serlo, pero la idea está germinando en mi cabeza (me acerco a los 30 y creo que para cuando lleguen mis chiquitos al mundo dentro de unos años sería conveniente ser independiente y tener buenos ingresos).

Mientras tanto, veo la iniciativa de Sandra como un modelo de negocios, que creo que muchos de nosotros, que nos sentimos con potencial pero chiquitos en el mundo, podemos adoptar. Algo que no requiera de demasiada complejización empresarial, ni saber de finanzas ni de contadores ni abogados ni impuestos y esas cosas. No soy ingenuo y sé que todo eso, en última instancia, se necesita, pero mientras tanto me gusta la idea de algo personal, pequeño, autorregulado y autoabastecido. Sin explotar a nadie, sin engañar a nadie, sin ambiciones desmedidas y tratando de ser lo más justo posible con los demás sin renunciar al bienestar propio. Sería, en economía o en negocios, el equivalente a "eco-friendly"; digamos "econo-friendly".

domingo, febrero 01, 2009

Consumo de cine en Uruguay, Cinemateca Uruguaya y Manoel de Oliveira: eco triangular de un hermoso pasado

Leía hoy la entrevista de La Vanguardia a Manoel de Oliveira, director de cine portugués de 100 años de edad, y me dio curiosidad el dato saliente del artista (su edad). Entonces me puse a investigar un poco en Google, para saber qué otros cinestas de 100 años existían. La empresa fue frustrante, porque no encontré ni uno.

Sin embargo -y como toda moneda tiene dos caras- la búsqueda me arrojó al menos una satisfacción. Al poner "directores de 100 años", el primer resultado que salió fue la noticia aparecida en La República sobre el homenaje que realizó Cinemateca Uruguaya, mi querida Cinemateca, al propio Oliveira, el pasado diciembre, con motivo de su cumpleaños número 100.

La noticia me recordó fugaz y lejanamente los tiempos en que Uruguay era respetado como una joyita de consumo cultural, sobre todo cuando Ingmar Bergman estrenaba algunas de sus películas en la "Suiza de América".

A principios de la década de los 50', Uruguay gozaba de uno de los índices de consumo de películas más alto del mundo: 15-20 visitas al cine per capita por año (John King: Magical Reels: A History of Cinema in Latin America, London: Verso, página 97). Ese índice fue cayendo, en un proceso que coincidió con la caída económica del país en la postguerra, y llegó a 6-8.

Uruguay nunca se volvió a recuperar. No sé cuál será el índice actual, pero me acuerdo de mi experiencia de cinéfilo en Montevideo, cuando entraba una y otra vez en las desiertas salas de Cinemateca y podía sentir sin dudas esa no recuperación.

La noticia de La República, en cambio, me dejó una sonrisa en la cara.