sábado, abril 16, 2011

La casa muda: ¿miedo real en tiempo real?



Es difícil reseñar "La casa muda", de Gustavo Hernández, sin referirse al final. Así que si todavía no la viste y te jode enterarte del final, te recomiendo que cierres la ventana y sigas chusmeando en facebook.

Creo que esta película despierta ciertas consideraciones respecto a decisiones formales y técnicas que suelen tomar los directores. "EL" tema de La casa muda es que fue filmada en una sola toma. Al menos así es como se la promueve. Esto tiene problemas, por un lado, y virtudes, por otro.

Empecemos por los problemas. En primera instancia: eso de que la peli está filmada en una sola toma es mentira. Está filmada en dos tomas: luego de los créditos viene el epílogo, que es parte integral del film. Sería otro film, con otros significados, si se excluyera el epílogo. Aclarado esto, cuando me refiera a la "toma única", me referiré a la primera parte, la que precede al epílogo.

Pero más grave que la mentira marketinera es cierta incompatibilidad entre la diégesis y la forma. Si quien comete los crímenes es la protagonista, la filmación en toma única trae básicamente problemas de estructura narrativa. Como durante todo el film sólo seguimos a la protagonista, la idea de que es ella misma quien comete los crímenes y no la víctima se vuelve una idea rebuscada al extremo. No lo rebuscado de la idea es el problema, sin embargo, sino la ausencia de "carne", la completa ausencia de sugerencias que provean al espectador material como para disfrutar de la película más allá del miedito que sigue. Si al final de la peli se sugiere que hay cosas que no vimos, que mucho de lo que pasa es producto de la esquizofrenia de la protagonista, entonces esto se torna literalmente imposible, ya que no le hemos quitado los ojos de encima ni un minuto. Allí es donde la toma única, la falta de edición, le resta fuerza a la historia. Remontémonos si no a "Sexto sentido" o a "Los otros", películas de terror psicológico que también tienen una vuelta de tuerca y significado retroactivo. Allí, la edición torna verosímil este significado, hace que las piezas del puzzle encajen. En el caso de La casa muda esto no pasa. Hernández podría haber resuelto este problema de una manera muy fácil: resolviendo el primer crimen, el del padre. Creo que Hernández lo hace muy bien en el segundo crimen: cuando ella está a oscuras, tomando fotos con la polaroid y, quizá por miedo, mata a Nelson. Pero en el caso del asesinato de su propio padre, no hay nada que dé el indicio de que es ella quien lo mata: luego de ver a Laura escuchar los ruidos de arriba (el papá había ido a revisar), la seguimos hasta que abre una puerta y le cae el padre, ya muerto, encima. ¿Y en qué momento puede haberle matado ella misma? La idea de que otra persona lo haya hecho no está sugerida en el film... Creo que si el director hubiese resuelto este problema formal, los espectadores podíamos arreglarnos con el resto de la peli (los ruidos, las persecuciones, la música), a pesar de que la idea de simultaneidad sugerida por la toma única conspira contra la verosimilitud de la esquizofrenia. ¿Miedo real en tiempo real?

Las virtudes

Más allá de los problemas señalados, el plano-secuencia de más de 70 minutos es la oportunidad de Hernández de demostrar su virtuosismo en el manejo de la cámara, imitando, en cierta medida, las pretensiones de Orson Welles con la escena inicial de "Touch of Evil" (1958). De hecho, Hernández supera con creatividad y maestría los obstáculos de esta forma de filmar: traspasa alambrados, entra y sale de autos, obtiene interesantes posiciones de cámara (como una toma desde detrás de unas botellas)...



El hecho de que la vuelta de tuerca final tenga problemas de estructura no quita, sin embargo, que está bueno el hecho de que haya buscado una vuelta de tuerca. Eso es lo que hace interesante a la película, es decir, la búsqueda de un significado "humano" que vaya más allá de lo supuestamente sobrenatural, más allá del terror circunstancial.

Es una gran virtud, también, que con este largo plano-secuencia logra Hernández mantener el suspenso, algo bien difícil en el lenguaje cinematográfico, habitualmente muy apoyado en la edición. Esto se debe, en cierta medida, a que gran parte del film está encuadrado en primeros planos de la protagonista, lo cual la aísla del fuera de plano y así queda virgen el campo para la sorpresa de lo que viene desde fuera del cuadro, es decir, para explotar nuestro miedo hacia lo desconocido. La otra pata en la que se apoya para mantener el suspenso es el buen manejo de los clichés del género: ruidos, puertas, espejos, apariciones repentinas, oscuridad, fetiches, música, que cumplen su función correctamente.

Finalmente, destaco la fotografía, que nos otorga momentos de contemplación interesantes y que lleva las imágenes más allá del terreno de la historia. Más aun, teniendo en cuenta que la peli fue filmada con una cámara de fotos de alta calidad en filmación de vídeo.

En conclusión, La casa muda me parece una buena película, no exenta de problemas pero ciertamente volcada hacia un ejercicio de seriedad, interés y voluntad.