domingo, noviembre 21, 2010

Entre Amsterdam y Teherán

Los feligreses de "la única democracia de Medio Oriente" suelen creer que Israel es un país totalmente occidental; que aquí reina la democracia, la libertad y el pluralismo.

Quienes suelen observar la sociedad en que viven con una resolución un poco más alta, destacan datos y fenómenos que están muy alejados de aquella idea. Pero creo que ninguno de los dos extremos refleja totalmente la complejidad de esta sociedad, que se ubica en algún punto del gris espectro que va de una punta a la otra.

La noticia principal de hoy en los medios israelíes fue el anuncio de la decisión de la Suprema Corte de Justicia de aceptar que, en los hechos, se mantenga la separación entre hombres y mujeres en los ómnibus utilizados por los religiosos ortodoxos.

Las empresas de ómnibus Dan y Egged, subvencionadas por el Estado, transportan al público ortodoxo a sus zonas de residencia, y esas líneas son conocidas como líneas "meticulosas", donde las mujeres tienen prohibido sentarse en la parte delantera del coche. Sí sí, en esta patria liberal, democrática y occidental.

Puede llamar la atención a quien no esté familiarizado con esta sociedad, pero aquí, donde no existe el casamiento civil (sólo el casamiento vía rabinato es legal, salvo que uno invierta ingentes esfuerzos en otras figuras legales rebuscadas como "unión legal" o casamiento civil semi-reconocido en Chipre u otro país), decía, aquí donde no existe el casamiento civil, tampoco existe el divorcio sin el consentimiento del varón. Es así que unas 120.000 mujeres, deseosas de divorciarse de sus maridos (muchos de los cuales han "desaparecido"), no pueden hacerlo porque no obtienen el sí del macho. Sí sí, en esta patria liberal, democrática y occidental.

Puede parecer extraño, pero salvo en Tel Aviv, es extremadamente difícil conseguir comida no kosher, y si no tenés transporte propio, es mejor que los sábados tengas en casa unas cuantas películas, porque no existe el transporte público (salvo, de nuevo, en Tel Aviv, donde funcionan las famosas combis-taxis). Sí sí, en esta patria liberal, democrática y occidental.

Y así podría seguirse, con muchísimos ejemplos que dan cuenta de los problemas de la unión de Estado y religión, un tema archiconocido, estudiado y discutido.

La cuestión es que también existe el otro Israel. La famosa "burbuja de la calle Shenkin", en Tel Aviv, donde el orgullo gay y los fashion victims comparten escenario. Las fiestas rave ilegales, donde prolifera el amor lisérgico e hinduista. Las comunas. Las organizaciones anarquistas. El equipo de fútbol socialista Hapoel Katamon. Etcétera.

Israel es todo eso junto y al mismo tiempo. Amsterdam puede quedar cerca, pero Teherán también.