domingo, diciembre 28, 2008

¡No en mi nombre!

En estas horas mueren asesinados cientos de seres humanos en Gaza. Seguramente hay, entre ellos, niños, mujeres y ancianos. Y seguramente, también, hombres y jóvenes.

Sentado en la oficina en Tel Aviv, me horrorizo al ver las imágenes, los datos, los reportes. Es una figurita repetida: asesinato en masa del Estado Criminal de Israel.

Creí, en algún momento, que sería posible "otro Israel". Perdí las esperanzas y muchas cuestiones "morales" pasan por mi cabeza. ¿Soy culpable? ¿Soy un maldito pasivo? Ayer salió alguna gente a manifestar, pero no fui porque sencillamente me enteré hoy de mañana. Pero de haber ido, ¿estaría ya limpia mi conciencia?

Por otra parte, claro, me pregunto qué más podría hacer este humilde ciudadano contra esta máquina asesina. Me siento rodeado por el fascismo, y me pregunto si ELEGIR vivir acá -aunque sea por un tiempo- me hace cómplice. Somos una minoría los que realmente nos oponemos a esto. Y tal vez me sea cómodo, moralmente hablando, quedarme dentro de la burbuja. Me quedo con mis compañeros de la facultad, con mis amigos, con todos aquellos que ejercemos la desobediencia civil en la más mínima de sus expresiones, que es la oposición intelectual.

Esta máquina asesina debería haber parado hace tiempo. Ahora ya no se puede detener; el golpe de vuelta le va a doler mucho, y nos va a dar, de paso, a nosotros. Creen que es tiempo de "fuerza", de "combatir". Es tiempo electoral y estos pseudomachos se quieren ganar al pseudomacho electorado. A ver quién es más facho. A ver quién la tiene más larga.

La historia muestra de manera demasiado clara las consecuencias de la corrupción moral de los pueblos. Desde el 67'... desde el 48', Israel es un pueblo corrompido. Viene arrastrando y tirando hacia delante la pelota de un pecado inicial. Algún día esto explotará, y las consecuencias van a ser graves, muy graves, para todos. Pero Israel ya murió hace tiempo.

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