lunes, octubre 16, 2006

Esos pequeños pensamientos que todos tenemos y los enterramos bajo la alfombra como si fueran perlas de plástico

Cuando se subió al ómnibus sabía que tenía por delante una hora y media de viaje. Quería dormir. Pero sólo pudo elegir entre los únicos dos asientos vacíos. Cuando se acercó al que estaba frente a la puerta del medio, se percató de la presencia de ella, una "amiga" de la infancia. Se habían visto una vez por semana, y fue ella quien le presentó a su primer novio. Se hizo la boluda. ¿Cómo puedo saludarla después de 20 minutos de hacerme la boluda? La respuesta fue simétrica. Dos argentinas en Israel, después de 15 años sin verse.

Fue casi en simultáneo que comenzó a irritarse y a pensar en tomar la iniciativa. Nadie le daba el asiento a la mujer con el bebé en brazos. Pero la duda la traicionó. Ese segundo de duda. Ese segundo en que se quiso levantar pero algo le recordaba que quería dormir. Irritación y consuelo al mismo tiempo. La chica a su lado le ganó de mano. ¡Justo ella! Se tuvo que fumar la cara de orto de la madre, que le decía con los ojos: "Hijaputa egoísta". Se durmió.

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