jueves, enero 26, 2006

Como un líquen

Yo, líquen de la Antártida, declaro que seguiré en ella hasta morir, sea ésta muerte natural o adriática. Sustento, apoyo, respaldo, pared de sonido, será para mí. Pero no fuente. Jamás fuente. Fuente hubo una sola y se movió, y se perdió, y no vuelve. Porque la fuente es móvil, no se deja atrapar nunca. Está hecha para eso: para ser compartida, para ser fuente, siquiera temporal, para varios. Sus minerales y agua me secaron los nervios. La autoestima baja como la presión de mi mamá después de la ampolla. Quedo blanco, inmóvil, frenado, autómata. Depresión. Mierda. Whisky con Leo. Homosexualidad. Odio. Rabia. Violencia doméstica. Miedo. Racismo paternal. ¡Qué irracional que sos! ¡Qué poquito valen tus decisiones! Pendeja: me sacaste el output. ¿Ósmosis? ¿De qué ósmosis me estás hablando? En el vacío onírico no hay de eso. Hay nada. Y la nada incluye ganas de no pelear. Se me achican los hombros, no puedo expandir el pecho. Machismo, entre todas las fotos. Zitarrosa, también. Repetir la historia, ¡qué fracaso: de nuevo como en la adolescencia! ¿Y cuál será el próximo? Todo es blanco… blanco… blanco… Ella, en cambio, será un paliativo: tendré donde apoyar mis pies; no tendré, eso sí, de dónde alimentarme. La alimentación, como dije, está en la fuente. ¿Cuál será mi fuente? Creo que no la habrá. Conclusión: freezer. Freezer y petrificación. Vacío. Aislamiento, ceguera, sueño eterno. Dinero, comida y televisión. Hermetismo, como este cuento.

2 comentarios:

El perrito que reia dijo...

43 grados de alcohol evitan la completa putrefacción.
lo único que queda es seguir peleando!

Adrián Singer dijo...

iba a comprar johnny, pero preferi ahorrarme something special: 3 dolar. Alguna vez compraste un solo whisky en un aeropuerto? yo, ahora, si