Dos escritores de Hollywood fueron penalizados por el Gremio de Escritores de América Oeste (WGAW por sus siglas en inglés) por haber trabajado durante la huelga de 100 días de 2007-08.
Fuente
Jon Maas fue hallado culpable de "brindar servicios de escritura durante la huelga para un piloto de televisión, en violación de la Constitución del Gremio y el Reglamento de Huelga de 2007", según consigna hoy The Hollywood Reporter.
¿El castigo? Una multa equivalente al 110% del valor de lo que recibió por ese trabajo, más una suspensión de membrecía del gremio hasta que pague la multa.
Un segundo miembro, cuya identidad no fue revelada, fue hallado culpable de trabajar para una película de ficción y de "no cooperar con el Comité de Cumplimiento del Reglamento de la Huelga en una investigación" al respecto. Su castigo fue solamente una reprimenda.
Generalmente, tendemos a ver en Estados Unidos el país menos sindicalizado de todos, donde el individualismo reina y donde la actividad de los gremios no goza de gran prestigio. Sin embargo, estos fallos demuestran que, en algunos casos excepcionales (y sobre todo cuando hay mucho dinero en juego y cuando hay fuerza -en este caso, 12.000 escritores-), los sindicatos pueden ir hasta el final y aplicar la disciplina gremial.
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Jon Maas fue hallado culpable de "brindar servicios de escritura durante la huelga para un piloto de televisión, en violación de la Constitución del Gremio y el Reglamento de Huelga de 2007", según consigna hoy The Hollywood Reporter.
¿El castigo? Una multa equivalente al 110% del valor de lo que recibió por ese trabajo, más una suspensión de membrecía del gremio hasta que pague la multa.
Un segundo miembro, cuya identidad no fue revelada, fue hallado culpable de trabajar para una película de ficción y de "no cooperar con el Comité de Cumplimiento del Reglamento de la Huelga en una investigación" al respecto. Su castigo fue solamente una reprimenda.
Generalmente, tendemos a ver en Estados Unidos el país menos sindicalizado de todos, donde el individualismo reina y donde la actividad de los gremios no goza de gran prestigio. Sin embargo, estos fallos demuestran que, en algunos casos excepcionales (y sobre todo cuando hay mucho dinero en juego y cuando hay fuerza -en este caso, 12.000 escritores-), los sindicatos pueden ir hasta el final y aplicar la disciplina gremial.
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