En septiembre del año pasado publiqué un post en el que abordaba la cuestión de los avances en genética en dirección hacia la inmortalidad del ser humano.
Parece ser un tema recurrente, al menos en La Vanguardia, ya que hoy publican una entrevista muy parecida a Juan Carlos Izpisúa, otro investigador.
Y cada vez que leo una de estas entrevistas no puedo evitar poner a andar mi imaginación. El investigador dice que, como especie, estamos muy cerca de vencer la muerte celular, con lo cual, en primera instancia se podrían curar muchas enfermedades que hoy no tienen cura (como reclamaba Graciela en los comentarios de aquel post mío), y en última instancia se podría alcanzar la inmortalidad y/o la juventud eterna.
Científicamente la humanidad está muy cerca de eso, según Izpisúa, y lo que resta por plantearse los "obstáculos éticos". Estoy de acuerdo que mientras el ser humano no consiga formas alternativas de alcanzar el bienestar común en situación de superpoblación, pensar en la inmortalidad del ser humano es pesadillesco: guerras, hambres, enfermedades, como apuntaba Andrea, también en los comentarios de aquel post. Pero estoy convencido de que el hombre va a encontrar la forma de colonizar otros planetas, y entonces sí, el paradigma de la existencia humana va a ser radicalmente distinto al actual (humanos eternos y dispersos por el universo). Mientras tanto, es una lástima que los descubrimientos genéticos estén más "adelantados" en este sentido que los espaciales, pues este desfasaje podría provocar mucho sufrimiento.
La entrevista a Izpicúa responde a una inquietud de Graciela: si se descubre lo que este genético dice que está por descubrirse, la muerte va a pasar a ser una opción. Resta por ver, eso sí, en qué edad nos detenemos -si es que nos detenemos- y si es revertible en caso de arrepentirnos.
¿Se imaginan un mundo en el que te encuentres con una persona de 140 años de edad con cuerpo de 20? Al menos en el campo de las relaciones amorosas y sexuales el paradigma podría cambiar radicalmente. Lo dejo a su imaginación...
Parece ser un tema recurrente, al menos en La Vanguardia, ya que hoy publican una entrevista muy parecida a Juan Carlos Izpisúa, otro investigador.
Y cada vez que leo una de estas entrevistas no puedo evitar poner a andar mi imaginación. El investigador dice que, como especie, estamos muy cerca de vencer la muerte celular, con lo cual, en primera instancia se podrían curar muchas enfermedades que hoy no tienen cura (como reclamaba Graciela en los comentarios de aquel post mío), y en última instancia se podría alcanzar la inmortalidad y/o la juventud eterna.
Científicamente la humanidad está muy cerca de eso, según Izpisúa, y lo que resta por plantearse los "obstáculos éticos". Estoy de acuerdo que mientras el ser humano no consiga formas alternativas de alcanzar el bienestar común en situación de superpoblación, pensar en la inmortalidad del ser humano es pesadillesco: guerras, hambres, enfermedades, como apuntaba Andrea, también en los comentarios de aquel post. Pero estoy convencido de que el hombre va a encontrar la forma de colonizar otros planetas, y entonces sí, el paradigma de la existencia humana va a ser radicalmente distinto al actual (humanos eternos y dispersos por el universo). Mientras tanto, es una lástima que los descubrimientos genéticos estén más "adelantados" en este sentido que los espaciales, pues este desfasaje podría provocar mucho sufrimiento.
La entrevista a Izpicúa responde a una inquietud de Graciela: si se descubre lo que este genético dice que está por descubrirse, la muerte va a pasar a ser una opción. Resta por ver, eso sí, en qué edad nos detenemos -si es que nos detenemos- y si es revertible en caso de arrepentirnos.
¿Se imaginan un mundo en el que te encuentres con una persona de 140 años de edad con cuerpo de 20? Al menos en el campo de las relaciones amorosas y sexuales el paradigma podría cambiar radicalmente. Lo dejo a su imaginación...
2 comentarios:
La humanidad debería cambiar sustancialmente la manera de pensar a la muerte como una opción y no como un acto de resignación.
Hasta ahora el ser humano jamás tuvo en sus manos el poder ni de nacer ni de morir (sin considerar al suicidio, claro).
No imagino qué conflictos éticos y morales se sumarían al poder de elegir entre la eternidad o la mortalidad, entre la sabiduría acumulada en 140 años en un cuerpo de 20...
Saludos!
Graciela, no imaginas esos conflictos, ni los imagino, porque todavía no hemos entrado en ese paradigma, pero cuando lo hagamos, ya verás que ciertas cosas se atomizarán.
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