Jean Luc Gordard brilló por su ausencia. Mi profesor en la Universidad de Tel Aviv había anunciado que se cancelaba la clase porque Godard venía a dar la charla justo en la hora de clase, y que había que aprovechar sus momentos de lucidez "antes de que sea demasiado tarde".
Una semana antes yo ya me estaba acomodando horarios, averiguando si tenía que inscribirme o no, y chupándome los dedos sobre lo que iba a escribir en el blog. "Mi experiencia con Godard", iba a ser el título.
Pero no, no vino. Recibí un email del profesor, un par de días antes, en el que decía: "Gordard canceló su visita a último momento por motivos políticos. Desde un principio, me parecía raro que hubiese decidido venir, así que ahora no me sorprende".
A mí tampoco me sorprende. Ni siquiera que lo haya hecho "a último momento". Una verdadera lástima. Sobre todo, porque a aquellos a quienes está destinado el mensaje, no les llega o no les interesa. Quienes nos perjudicamos somos quienes estamos en ámbitos que no tienen demasiado peso en la toma de decisiones políticas.
Después fue interesante ver a mi profesor subirse al atril del congreso internacional "Ética y cine", y decir que "el solo hecho de que haya pensado en venir ya es significativo". Se lo notaba entre contento (coincide con las ideas políticas de Jean Luc) y triste, por las consecuencias que trae estar en el chiquero. Medio como para zafar, se mandó una que jamás habría esperado de él: "Da para pensar en el hecho de que para ser pro-palestino, no necesariamente hay que ser anti-israelí".
Yo no estoy del todo de acuerdo con esa afirmación. Si los israelíes son -somos, vamos- la causa de la tragedia palestina, ¿cómo no ser anti-israelí? Claro que esto no quiere decir que se trate de un tema personal con cada uno de los israelíes (creo que a esto se refería el profe), pero sí a nivel político. Haber visitado Israel hubiese significado para Godard un manchón bastante feo, que para qué lo quiere. Yo lo entiendo.
2 comentarios:
yo tambien lo entiendo...
Publicar un comentario