domingo, mayo 27, 2007

Pinjas Iehuda

Su nombre original es Leonardo, pero alguna neurona cancerosa que andaba vagando por su cerebro le aseguró que, en la Tierra Prometida, debía autoimponerse el castigo de hacerse llamar por su nombre hebreo: Pinjas Iehuda. Ojo, "se hace llamar" quiere decir también que es el nombre que figura en su documento de identidad.

Hace cinco meses, a sus 34 años, decidió emigrar de Uruguay a Israel. Ahora vive en Jerusalén y está muy contento de residir en la "Ciudad Sagrada".

Es soltero. Causa: su gran jopo que apunta hacia adelante, a lo Felipe. Obviamente, cualquier mujer u hombre que se le acerque para besarlo es frenado por esa frondosidad lacia color negro azulado. A propósito: más por antojo de la naturaleza que por deseo propio, canas le salen en el sector nucáseo. Sin saberlo, vagaba Ontono un día por las jaulas del ulpán cuando notó algo extraño en Pinjas: cual holograma, acompañaba el movimiento de su cabeza un cambio de color en el cabello. Iba variando del negro común al azabache, y volvía. Inocentemente, Ontono preguntó qué era, y Pinjas, nerviso, echó a reír. ¡No quería asumir su condición de teñido! Rogó a Ontono que mantuviera la discreción, e igual pedido repitió a cada uno de las decenas a los que Ontono había contado el chisme.

Tanto ellos como Ontono merecieron, entonces, el calificativo de gente con "Neshamá (alma) mala". Es que Pinjas dice ser religioso ortodoxo, pero reconoce que le falta dar "ese paso" que lo impulse definitivamente a dejar de usar jeans y a ponerse el gorrito en la cabeza.

Todo iba tranquilamente bien para Pinjas hasta que la conoció a ella. "Ji ji, ji ji", contó avergonzado, tapándose la boca con la mano. "No es bueno tomar demasiado. A veces uno toma de más y hace cosas que no debería haber hecho". Ah, bueno. ¿Qué pasó Pinjas? ¿Entre cuántos te clavaron? "Yo fui a la celebración de Purim (especie de carnaval judío) al Muro de los Lamentos, y me terminé apretando a una brasilera, ahí al costado, contra la pared. Entonces unos nenes (ortodoxos, por supuesto) me vieron y me empezaron a gritar. Y me tuve que ir, porque me daba vergüenza. ¿¡Cómo voy a apretar en el Kotel (el muro)?!".

Los días siguientes fueron un festín. La mina resultó ser la mujer con las encías más prominentes del mundo. Tan grandes tenía esas encías que usaba dos cepillos de dientes. Pero además, era una boligoma. Garrapata prendida a Pinjas. Y cuando la vio, a la luz del día, no la quería más, pero pobre Pinjas, no sabía cómo decírselo, así que decidió no decirle nada y "hacerse" el boludo. Pero la mina lo venía a visitar, le quería comprar una cámara de fotos y conseguirle trabajo. Y él nada. Ella venía a visitarlo y, a la hora del almuerzo colectivo, él se sentaba en otro lado. Al final, como ella tenía encías grandes pero no por eso cerebro corto, se dio cuenta y no apareció más, al menos para buscar a Pinjas.


De ahí en más, la fama de Pinjas ascendió como pija de ortodoxo frente a un sutién. Le decían fucker y él se lo creía. Se le daba duro y parejo sin que él se diera cuenta, y en una de esas dijo que basta, que él no miraba a las mujeres. ¡Chan! Quiso aclarar pero, como dice el dicho popular, oscureció. Días y días de palo, no se le dejaba meter ni un bocadillo, nada, era como si le estuviera hablando Pinti sin parar durante una semana.

Al final se le aflojó la cuerda, pero entonces sí se convirtió en una figura por encima del bien y del mal. Varias canciones fueron adatpadas a él:


1. Ooooh Pinjas Iehudá (melodía jasídica)

2. Follow the Pinjas, Pinjas, Pinjas, follow the Pinjas... Iehudá!

3. Pinjas Iehuda, my friend/Pinjas Iehuda, till the end/Pinjas Iehuda, Pinjas Iehuda/Pinjas Iehuda... de Uruguayyyy

Frases épicas:

"Me emborraché con esta limonada"

"Quiero tocar a verde manzanita", respecto a una compañera de estudio, quien luego obtuvo orden judicial para que Pinjas no se le acerque a menos de un kilómetro de distancia. Además, se le reconoció el carácter de "perseguida y refugiada en tierra santa y propia".

Son varios los hitos de Pinjas Iehuda y varias sus afirmaciones sobre la Tierra Prometida (que si por él fuera, llegaría hasta Japón y se asentaría sobre los huesos de 1.000 millones de árabes aplastados), pero uno fue el que terminó por definir su carácter excepcional: boludeando con la computadora de otro a cuatro manos, se abrió una ventana con una de esas peliculitas que a algunos chanchitos les gusta ver. Su "neshamá" buena se vio alterada, y exclamó sin pensar: "¡No, no! ¡No me muestres porno que estaba saliendo de eso!". Ah, picarón. Conque eso nos tenías guardado, ¿eh?


Hoy Pinjas vagabundea por el ulpán sin saber mucho qué hacer, pero podemos estar casi seguros de que se cumplirá la profecía de El Colorado: "Lo peor es que esta gente después termina siendo nuestros jefes".

martes, mayo 15, 2007

Feliz sin pausa

Jerusalen, jueves, 1.30 P.M. Termino de comer y camino a mi cuarto. Empiezo a hacer la mochila: remeras, calzoncillos, medias, un pantalón. Tengo ganas de usar el cinto de tachas, pero es preferible ponerlo en la mochila y usarlo cuando llegue a Tel Aviv, de lo contrario va a sonar en el detector de metales a la entrada de la Estación Central y no tengo ganas de quedarme pasando una y otra vez y explicando qué llevo y qué no. Muñequera de tachas: lo mismo.

1.45. Termino de hacer la mochila. Me cuelgo el MP3 al cuello y saco el abonado para el bondi y me lo pongo en el bolsillo del jean. Reviso bien que todas las monedas estén bien ubicaditas en el monedero, y éste guardado en el bolsillo delantero de la mochila. De tener alguna en el pantalón, me sonaría en el detector de metales, y no tengo ganas...

2. Salgo. Suena Buenos Muchachos. En la puerta saludo con la cabeza al guardia armado que vigila día y noche el lugar donde vivo. Camino hasta la parada, me da calor y me saco el saquito. Van a pensar que tengo un arma debajo del saquito que sostengo con mi mano izquierda a la gran mayordomo, o pensarán que tengo agarrado el botoncito que hace funcionar mi cinturón explosivo. Llego y estudio a las otras dos personas que esperan: una religiosa joven que salió de la "escuela" de enfrente y una vieja. La vieja habla en inglés con su acompañante filipina. Cada tanto lanza una miradita para este lado, pero no se convence del todo de que sea un terrorista. La religiosa está muy entretenida hablando por teléfono y no me da bola. Trato de parecer distraído y volado con la música. Si las miro mucho van a pensar que estoy planificando algo.

2.30. Llega el bondi. Se abren las puertas y se baja el guardia. Usa un chaleco té con leche abierto por encima de su remera blanca y lentes de sol. Si me pregunta cómo estoy para asegurarse de que no tengo acento árabe, le voy a responder: "Beseder" (o sea, "bien"), con el acento sudamericano más fuerte posible. Esta vez tengo que pronunciarlo con un poco más de seguridad, no con el ahogo de la otra vez. Pero, ¿tengo que mirarlo a la cara? Y en caso afirmativo, ¿tengo que acerlo desde que me pongo a hacer la cola o sólo en el instante en que me vaya a subir al bondi? ¿Tengo que hacerme el boludo, el desestresado que no se entero que hay atentados en los bondis? ¿Cuál es la actitud que debo tomar? Porque a veces hago lo uno y a veces lo otro. Tengo que estar tranquilo, no me va a pasar nada, no soy un terrorista.

2.31. Ya con un poco más de seguridad, le doy mi abonado al guarda-conductor y lo miro a la cara sin complejos. Camino por el pasillo tratando de explicar con mi mirada (¿pero cuál?) a los pasajeros que no soy un terrorista, que se tranquilicen. Ya van a ver, cuando me baje, van a comprobar que soy inofensivo. Encuentro asiento. Me sumerjo en la música.

2.45. Sube otro guardia, viene hasta el fondo mientras da una miradita rápida. ¿Tengo que mirarlo o mirar por la ventana? ¿Tengo que mirar hacia otro lado pero dentro del bondi? Decido mirarlo, pero no me da bola.

3. Llego a la Estación. Hay un guardia parado en la entrada de las vallas que conducen a la entrada a la Estación. Espero que no me pare. Si me habla, voy a tartamudear. Tranquilo: va a escuchar mi acento. No me para. Llego a la cola para pasar por el detector de metales. Últimamente viajo con una mochila de mano y no con la de mochilero, pero de todas formas a veces -como hoy- decido ir a la entrada de bultos grandes, porque cada tanto funciona más rápido que la entrada de bultos chicos. Es que en ésta te revisan la mochila a mano, y en aquella con la máquina láser. Así que me pongo en el bulto de gente: busco el sitio más próximo a la entrada y empujo para hacerme un lugar. Me empujan de todos lados y yo empujo para todos lados. A mi derecha hay una vieja, pero no la dejo pasar. El guardia etiopí me hace señas de que espere y mira para la parte superior del detector. Mientras espero apoyo la mochila en el estante del costado del detector. Me dice que pase. Ahí voy. Sólo espero que no suenen ni el celular ni el MP3. No suenan, estoy adentro. Pongo la mochila para que pase por el detector láser y avanzo. Paso al guardia que está a la izquierda y veo cómo viene mi mochila mientras estudio la cara de la mina que mira el monitor. Recojo mi mochila.

3.15. Llego al último piso para tomarme el 380. Hay una masa de gente frente a la puerta del bondi. Cuando estoy a dos personas de la puerta (despues de empujar-ser empujado el doble que en la entrada a la Estación), un tipo, con acento inglés y kipá (gorrito judío), cierra el paso a todo el mundo. Está, a grito pelado, explicando que no se piensa subir hasta que no venga la cana a llevarse a la mina que se le quería colar. Es una mina joven con un collar con cruz. La mujer del tipo le pide, llorando, que pare con el escándalo y que suban. La mina le dice que si no hay lugar para él, ella no se sube. Se acercan desde dentro del bondi dos canas militares, que no tienen nada que hacer con los civiles, y le dicen a la mina que suba ella primero, pero el yanqui no se lo permite. El cana lo amenaza, el tipo sigue gritando, la esposa le sigue rogando y al final él accede. Cuando subimos, todo el bondi tiene que ver con el tema. Se armaron dos bandos: los que recuerdan que vivimos en Israel y no en Inglaterra (traducción: acá hay que darse codazos para subirse a un bondi, no hacer cola), y los que piensan que la mina es una atrevida y que los que dan codazos generan una mala y equivocada imagen de los israelíes. Todo el bondi a los gritos. La mina en cuestion termina amenazando a uno del segundo bando, y le dice que es abogada y, si quieren, van a juicio por haberla tratado con palabras ordinarias (llámese atrevida y maleducada).

3.30. Arranca el bondi. Buenos Muchachos suena de nuevo. Cada un minuto soplo con la nariz para destaparme los oidos, tapados por la bajada de la montania.

4.20. Llego a la Estacion Arlozorov de Tel Aviv. Esto no lo conté, pero me había sentado estratégicamente en el asiento frente a la puerta trasera, asi que apenas frena el bondi, estiro la pata hasta el escalón y bajo primero. Uf! Aire! Camino hasta la parada del bondi urbano. Acá se está bien. En la otra estación de Tel Aviv, la Central, hay que volver a hacer cola para que te revisen. No podés salir a la calle si no entrás antes a la Estacion y te revisan, pero a mano. Ahí hay que poner Pause en el MP3 porque te preguntan si llevas arma. Pero acá no, acá en la Arlozorov nadie te pregunta nada porque es un estacionamiento al aire libre y no te revisan, así que no tenés que poner Pause. Acá soy feliz.

miércoles, mayo 02, 2007

Por un camino finito

Cuanto más abajo, mejor. Cuanto más pobre, tanto mejor. Te vas hundiendo y no te quedan salidas, y no te quedan distracciones. Entonces sí, podés sumergirte feliz.

Cuanto más amargura, mejor, porque entonces estás obligado a ponerle el sabor. Cuanto más marrón, vas a apreciar mejor el oro del whisky, los colores que hay en cada pixel de cada letra.

Escapismo: el mejor de los ismos. El más humano, el más compañero. Si le das la espalda, es traición, automentira. Pero si le ves la cara, vas a ver que no era más que una víctima vilipendiada, una mano de amigo extendida y cubierta bajo la capa del éxito impiadoso. Si lo ves, entonces comprendés que tu escapismo no ocupa el lugar, ni lugar; está al costado. Ahora ya sos consciente, no más automentira.

Escapar. Despues del escape físico, el interno. La liberación mental. Un buda. Pueden tirar abajo todo, pero vos vas a seguir ahí en tu realidad paralela de medio metro por medio metro, encorvado, frente a la pantalla, y te dirás: hay vida mientras haya una fibra óptica de un milímetro de ancho que me de un túnel.

¿Cuál vida es mejor, la real o la imaginaria? Sin dudas, la imaginaria. Esa que llenás con los recuerdos idealizados por tu cabeza. Esa que ves a través de las letras. ¿Y por qué, entonces, negarla, dejarla en segundo plano, reconocerla única y exclusivamente como "imaginaria"? Paralelismo, esa es la posta. Vida virtual paralela. Vos, tu blog, el blog del bepi, el blog del perrito y alguno más que vichás por ahi. Alcanza, si tenés boludeces para hacer de por medio. Nada de mentiras: ninguna ciudad te puede colmar, toda ciudad, todo sitio, en definitiva, es lo mismo, todo lugar va a llegar a tragarte. Vos sos el que tiene que salir de entre las cenizas a proclamar su yo, a celebrar sus confusiones, a hundirse en el mundo paralelo.

Y vomitarás...

Pisco

Ahhhhhh, que bien hace el pisco para ablandar las asperezas que osmosean las piedras de Jerusalen.

Un buen pisquito shileno, recien traido en cargamento especial. El clasico Capel, en boteia claquelada.

Ademas, la cosa es tomarlo con chilenos, huevon. Esa cultura del frio tan blanca...

martes, mayo 01, 2007

Splinter, el hombre-alambrado electrificado

Alla por el anio 2006, ese gran can colorado, ese setter filmador que es el perrito creo una saga apasionante: compartiendo con sus amiguitos el perfil de sus otros amiguitos, los que viven en el medio del oriente.

Basandome en esa saga imperdible e inolvidable, lanzo mi propia saga de alumno (del perrito y del ulpan). Aqui va el primero de los habitantes de este zoologico llamado "Ulpan Etzion".

David.

Paris, 1981- Jerusalen (?)
Sobrenombre secreto (el no lo conoce): Splinter.
Altura: Metro 68 aprox.
Peso: 25 kilos aprox.

Sentado siempre entre sus amiguitas francesas y/o yanquis, se convierte en el Senior Simpatia. Si te lo cruzas por el pasillo y le decis buen dia te responde con una buena mirada hacia la ventana. Pero dentro de la clase... ja! Es EL amigo. Como me derrito ante esa mirada amiga! Siento la cercania de esa mirada como si atravesara todo el aula. Esos globos blancos que forman sus ojos, ay, casi que me tocan. Son tan poeticos que quieren salirse de los parpados y atravesar toda la clase. Quieren saltar de banco a banco para estrecharnos en sublime puente. Como salidos del hombre-alambrado electrico que es su duenio, buscan con impaciencia el exterior, el encuentro con el mundo que esta mas alla del alambrado.

El es un tipo serio. Estudia, pone atencion, aunque ultimamente, desde que volvio de pasar pesaj en Francia, lo noto un tanto distraido. Que te habra pasado, mi Splinter querido? Conociste alguna gatita? La engatuzaste con esa camisa de rayas violetas y verdes en diagonal, que va siempre dentro del jean, a veces con zapatos en punta, a veces con All Star? No! seguramente tu mejor estrategia consiste en cantar canciones de pesaj (dai daieinuuuu...), mientras todo el ulpan te observa y vos temblas a 250.000 kilometros por hora en la escala de Rijter. Te acordas, hermano, que tiempos aquellos? Todo el ulpan sentado en ronda, camisas de lino, y vos cantando con esa voz atejjjjciopelada, temblando con todas tus fuerzas, desplegando esa belleza de pavo de accion de gracias antes de ser gillotinado por Bush. Ah, que tiempos aquellos!

David, el flaco Splinter, grande entre los grandes, el unico tipo que sobrevivio al alambrado electrificado... y te lo cuenta con demostraciones en vivo!