Sigue sin decepcionarme Eitan Fox: "Caminar sobre el agua" vuelve a mostrar la sutileza con que teje sus historias. La películas de Fox son concéntricas: un tema central en un personaje central. Lo emocionante de esos filmes es que uno descubre que el mismo tema salpica al resto de los personajes y desprende subtemas. Son gotas que, para mantenerse con su tamaño original, se mezclan con otras y generan temas mixtos o complejos de interesante reflexionar. Eso sí: el tema de la homosexualidad es la columna vertebral de su obra (él mismo es gay y no desperdicia ninguna oportunidad para rendir homenaje a la cultura gay burguesa). En "Caminar sobre el agua", relata la historia de un agente del Mossad que, luego de experimentar el suicidio de su esposa ("Matás a todo aquel al que te acercás", le dejó escrito en su carta despedida), debe asesinar ("adelantarse a Dios", según él mismo y su jefe) a un moribundo nazi. El tema del filme: la reconciliación del pueblo judío con el pueblo alemán. La reconciliación de las nuevas generaciones. Del nieto gay que hubiera sido víctima de su abuelo con el israelí víctima de la inercia rencorosa de su nación. La reconciliación entre el mundo homo y el hetero. La reconciliación del judío consigo mismo como ser humano. El instante sublime y, en la mirada de Fox, esperanzador, en que desaparecen las viejas generaciones y nacen las nuevas, ya limpias de toda culpa y todo rencor. Es cierto que la mirada de Fox es muy optimista, telavivi, ingenua, pero la expone con verosimilitud. También es cierto que en algún punto la película se toca con "Munich", de Spielberg, pero Fox la creó en 2004 y el americano en 2005. Otras recomendables de Fox: "Yossi & Jagger" y "La burbuja".
Vi "Superman vuelve". Citando a Johanna Wulf, mi chica, la película tiene distintos niveles de lectura, y eso es lo que genera placer en el espectador atento. Aunque cae -necesariamente- en los clisés de la industria, "regala pastillas" (Wulf dixit) a los que alguna vez estudiaron unquesea un semestre de semiótica. Las referencias a Cristo son muy claras, pero no dejan de adecuarse al tema. La pintura del protagonista, hiperrealista, busca, paradójicamente, alejarse de la realidad. No hay necesidad de justificar los superpoderes: simplemente están, y se asientan únicamente en la hipertextualidad, en el pasado del superhombre. Del comic a la pantalla de la forma más directa posible. Sin engaños. Sin fingir que una historia de superhéroes es una historias de héroes.
Aunque la instroducción es demasiado larga, el resto de la película mantiene al espectador pegado a su butaca muerto de suspenso y disfrutando como loco de la acción y los efectos especiales (con errores, claro). Como dice la Rolling Stone, Routh encarna un Superman muy casto. ¡Pero cajaro! ¡Es lo que debe ser Superman! ¿Cómo un superhéroe no va a ser puritano? Y además, ¿cómo va a hacerle daño a un ser humano, en este caso White, el esposo de Luisa Lane? Y Lex Luthor está genial, aunque me hubiera verlo más furioso y más perverso.
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